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Con gusto podría preguntar a las sibilas
la verdad del mago sobre la piedra tallada
pero no puedo discernir por sus rostros
si estan malditas o solo reposan
Así que comence a blasfemar como monstruo
a gritarles como un sordo
a invitarlas a donde mas odian
y me perdí tras las murallas de Leng.
En los túneles de la acrópolis perdida
desespere los ánimos que me dio una condición demente
y me he dedicado a trazar nuevos grabados
en la piedra tallada del mago,
parece que vienen luces de todos lados
estoy empezando a llamarlos
los seres antiguos que mas repudiamos
aunque no parecemos reconocerlos.
Con una complexión que parece poema:
sus alas de avispón de complejo sistema
sus branquias afiladas como cuchillas
sus ojos de crustáceo y de polilla,
sus largos tentáculos que aprisionan la libertad
su dentadura que hierve asquerosidad
se reúnen estos parásitos de peso gigantesco
con el lenguaje que redefine lo grotesco
Admiro vacilante todo el valle de Leng
y prometo no cuestionar los planes que cocinan
todos los oráculos giran violentos y se aglutinan
en esta escena decadente que me hace regurgitar.
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